“Esta fue la culpa de su hermana Sodoma: ella y sus hijas tenían orgullo, exceso de comida y próspera tranquilidad, pero no ayudaron al pobre y al necesitado”. (Ez 16, 48-49)

lunes, 31 de enero de 2011

Todos somos iguales a los ojos de Dios

En un avión que cubría un vuelo entre Johannesburgo y Londres, a una señora blanca, de unos cincuenta años, le toca sentarse al lado de un hombre afro-americano. Llama a la azafata para quejarse:

-¿Cuál es el problema señora? -pregunta la azafata.

-Pero, ¿no lo ve? -responde la señora. -Me colocó al lado de un hombre ’de estos’. No puedo quedarme al lado de estos "inmundos". Déme otro asiento.

-Por favor, cálmese -dice la azafata. -Casi todos los lugares de este vuelo están tomados. Voy a ver si hay algún lugar en clase ejecutiva o en primera.

La azafata se apura y vuelve unos minutos después.

-Señora -explica la azafata -como yo sospechaba, no hay ningún lugar vacío en clase económica. Conversé con el capitán y me confirmó que tampoco hay lugar en ejecutiva. Pero sí tenemos un lugar en primera clase.

Antes que la señora pudiese responder algo, la azafata continuó:

-Es totalmente inusitado que la compañía conceda un asiento de primera clase a alguien que está en económica, pero dadas las circunstancias, el capitán consideró que sería escandaloso que alguien sea obligado a sentarse al lado de una persona que nos haga sentir mal...

La señora, con cara de satisfacción, se prepara para abandonar su asiento e ir a ocupar el asiento en la clase ejecutiva... en eso, la azafata mira a la persona de afro-americana y le dice:

-Si el señor me hiciera el favor de tomar sus pertenencias, el asiento de primera clase ya está preparado.

Y todos los pasajeros alrededor, que acompañaron la escena, se levantaron y aplaudieron por la actitud de la compañía.

"En el Cielo, no hay dos santidades iguales. En el Paraíso, todos los esplendores son múltiples, y entre todos componen Su Gloria".

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