“Esta fue la culpa de su hermana Sodoma: ella y sus hijas tenían orgullo, exceso de comida y próspera tranquilidad, pero no ayudaron al pobre y al necesitado”. (Ez 16, 48-49)

domingo, 1 de mayo de 2011

No tengan miedo, ¡Abran las puertas a Cristo!

La Curia Romana nos quiso dar un nuevo beato en la Iglesia Universal. Está bien, ellos tienen el poder para hacerlo y ahora quien quiera podrá solicitar oficialmente de Dios algún milagro a través de la interseción del beato padre. Sin embargo, me uno a todos aquellos católicos de base y teólogos que le rezarán ni, como dicen en el blog de "católico libre", lo llamarán santo de su devoción. Me imaginaba a San Pedro y a San Pablo revolcándose en su tumba mientras Benedicto XVI lo elevaba a beato.

Sé que hizo muchas cosas buenas, yo mismo le conocí y me deslumbré de su carisma. Sin embargo, quien se fotografió con dictadores, quien dió la comunión al sanguinario General Pinochet, quien benefició al obseso sexual Marcial Maciel mientras reprimía a los teólogos de la liberación, consideraba pecadores a quienes usaran anticonceptivos y aplastaba con mano de plomo a los homosexuales, no debería ser considerado un santo.

Esta fue la beatificación de la Iglesia poderosa, del templo y de la curia. Se autosatisfizo un capricho de un sector de la iglesia de forma imprudente e irresponsable. Pero me suscribo a las palabras del mismo Juan Pablo II, "no tengan miedo, ¡abran las puertas a Cristo!" Por que una Iglesia más católica, más cercana al mensaje de Jesús y María, al estilo de prédica de los Apóstoles, que nunca pensaron siquiera en gastar €3,5000,000.00 en una ceremonia religiosa es posible. Más unida, más santa, más católica y más apostólica por Cristo y su santa Madre.

Las puertas tienen bisagras, y normalmente en nuestros templos están hechas de forma par. Se ha abierto una hoja de la puerta, la de la Iglesia oficial con su pomposo y hermoso (eso sí) ceremonial. Pero aún se ignora a la iglesia de los pobres, los que permanecen crucificados en espera de un José de Arimatea que solicite bajar su cuerpo de la cruz para participar con la Iglesia entera de la gloria de la resurrección.

Por eso, reconociendo que Juan Pablo II es ya beato, y dando gracias a Dios por ello, porque solo Él conoce sus caminos, nos unimos también a esta "llamada ecuménica para conmemorar la canonización de San Óscar Romero del Salvador, Mártir".


Llamada Ecuménica para el primero de mayo del 2011:
 “Conmemorar la canonización del mártir San Oscar Romero por parte de los pobres de nuestro mundo"
Queridas hermanas y hermanos en el ecumenismo:

Con esta llamada les pedimos recordarse de la beatificación del mártir San Oscar Romero por los pobres de Latinoamérica y por las amigas y los amigos en toda la tierra. Esta conmemoración debe fortalecernos en nuestro camino del evangelio y llamarnos a la conversión dentro de las iglesias de los ricos.
Poco después de ser designado arzobispo de San Salvador en 1977 este sacerdote conservativo Óscar Arnulfo Romero fue confrontado con una persecución sangrienta de los cristianos en El Salvador. En las tumbas de catequistas y sacerdotes asesinados se convirtió en el obispo defensor inquebrantable de los pequeños, maltratados y perseguidos. Desde este momento Oscar Romero tenía en su contra el régimen de su país, el aparato de seguridad del presidente de los Estados Unidos y cardenales poderosos de la curia romana.

En la primavera de 1979 el obispo Romero en su visita al papa Juan Pablo II no encontró ninguna comprensión o apoyo en sus grandes conflictos. Con profunda decepción dijo más tarde: “No creo que otra vez iré a Roma. El papa no me comprende.” Juan Pablo II no prestó atención alguna a la fotografía de un sacerdote indígena recién asesinado y a otros documentos presentados sobre la persecución de cristianos por los verdugos de la oligarquía del país. En vez de esto le exhortó a Romero a la armonía con el gobierno salvadoreño.
Advirtiendo claramente las consecuencias para su propia seguridad, Romero levantó su voz contra la injusticia, excomulgó a los políticos de este régimen y recordó a la resistencia pacifica de Jesús de Nazaret. Después de uno de los innumerables asesinatos predicó: “No llamamos a la venganza; roguemos con Jesús: Padre perdónales, porque no saben lo que hacen.”

Reconociendo en cada ser humano un hijo e imagen de Dios, para San Oscar Romero el servicio religioso era vinculado inseparadamente con la defensa de la dignidad humana. A los asesinos encargados y cómplices de la junta militar dirigía las palabras: “También el que tortura es un asesino… nadie tiene el derecho de levantar la mano contra otro ser humano, porque es una imagen de Dios.” Un día antes de su propia ejecución el 24 de Marzo de 1980 Romero públicamente llamó los soldados a la desobediencia al orden de matar: “En el nombre de Dios y en el nombre de este pueblo sufriente les pido, les ordeno: terminen con la represión!” la bala mortal del asesino encargado lo alcanzó en el altar durante la celebración de la eucaristía.

La beatificación de San Oscar Romero por el pueblo no es una arrogación. Sabemos que solo Dios mira al corazón de un ser humano y nosotros solo podemos ver en forma parcial con los ojos de Dios. Pero esta “beatificación” sin un procedimiento costoso de la curia dispersa una buena nueva entre el soplo del Espíritu de Dios: El ejemplo de nuestro hermano San Oscar Romero nos muestra como nosotros seres humanos podemos coger ánimo si comenzamos a escuchar la buena nueva de Jesús.

2 comentarios:

  1. Claro que tiene todo el poder, fue Jesus quién se lo confio a Pedro cuando le dijo, "tu eres Kefa, y sobre esta piedra, fundaré mi iglesia". La orientación es cuestión personal, solo espero que cada uno encuentre sus caminos y cuando no sucede esto, cuando es mas la confusión o la desdicha, el miedo o algo negativo, aclamad a Dios para que sea el, quién nos enseñe el camino y en nuestro libre albedrio decidir o no, transitar por nuevos caminos

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  2. Gracias México hoy. Yo digo que no estoy de acuerdo, pero si la curia y el Papa mismo ya lo beatificaron, yo no soy nadie para desnombrarlo, es solo que creo que hay otros ejemplos de santidad que como católicos estamos ignorando, porque eso sí, de que hay gracia y salvación para todos, la hay. Que la paz esté contigo.

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