“Esta fue la culpa de su hermana Sodoma: ella y sus hijas tenían orgullo, exceso de comida y próspera tranquilidad, pero no ayudaron al pobre y al necesitado”. (Ez 16, 48-49)

lunes, 17 de septiembre de 2012

LA OVEJA ROSA : "EL EVANGELIO ES GAY-FRIENDLY"

Un sacerdote británico se ha convertido en el conferencista sensación de prestigiadas universidades del mundo debido a su alborotadora teología de la liberación gay, que sostiene que cada que crucificamos a un individuo es como si estuviéramos crucificando de nuevo a Jesús. 

James Alison, asegura que al interior del Vaticano está tomando fuerza la aceptación de lo gay como una variante minoritaria no patológica. Esta es una conversación con "la oveja rosa" del rebaño católico.





James Alison me recibe en sandalias de plástico y una playera negra con la leyenda "sacerdote" impresa en los colores del arco iris que son, también, los colores de la diversidad sexual y el orgullo gay. Y ríe. Ríe cuando parodia el hablar afeminado de algunos obispos, a los que llama "señoras duquesas", que son ellos mismos gays de clóset pero que persiguen encarnizadamente a los homosexuales. Y se ríe de sí mismo cuando le cuento de un grupo de católicos mexicanos como Alejandro Solalinde, Raúl Vera, Javier Sicilia —a quienes he entrevistado en los últimos meses— que se han comprometido con la defensa de los derechos humanos en nuestro país, y a quienes defino como "ovejas negras" por su doble disidencia frente a la jerarquía eclesiástica y el Estado mexicano.

—Ahora vas a sumar una oveja rosa a tu lista de entrevistados —me dice de sí mismo, y ríe una vez más, mientras prepara un café. Conversamos en la sala de una casita de clase media en el sur de la ciudad, residencia de una pareja gay que hospedó unos días a Alison, durante una visita a México, invitado por la Universidad Iberoamericana para participar en un coloquio sobre la violencia contemporánea a la luz del pensamiento de René Girard, filósofo francés que propuso la teoría mimética, según la cual nuestros deseos como seres humanos se basan en la imitación de los deseos del resto de los integrantes de nuestra comunidad.

Girard añade que la violencia y el conflicto tienen su origen también en la imitación del deseo de dominación. Los seres humanos, continúa esta teoría, han contenido la violencia a través del mecanismo del chivo expiatorio, de la noción del otro, el maléfico, el que es distinto y puede ser culpado de nuestros problemas y así hemos formado comunidades por contraste entre buenos y malos y la noción dentro-fuera. De esta escuela de pensamiento participa James Alison.

Veo sonreír a James Alison, este sacerdote británico que aparenta unos 40 años de edad —en realidad tiene 52— y pienso en el largo camino de rupturas, pérdidas y hostigamientos que recorrió antes de acostumbrarse a burlarse de sí mismo y de la institución eclesial a la que pertenece. Hoy es uno de los teólogos más respetados en el mundo católico disidente —sus libros han sido traducidos a seis idiomas— pero la suya es una historia de conversiones, rebeliones y reinvenciones: criado en la línea más conservadora de la Iglesia anglicana, se convirtió al catolicismo; se asumió homosexual desde que entró como novicio con la Orden de Predicadores y ahora se aboca a la creación de una teología gay, que postula una fe más allá del resentimiento, y que se ha convertido en la principal orientación teológica para grupos de homosexuales católicos en diversos países, incluido México.


Este hombre fornido de un metro noventa de estatura nació en Londres en 1959, en una familia de la línea dura del anglicanismo. Su padre, Michael Alison, fue miembro del parlamento británico durante treinta y tres años y, durante una década, ocupó el puesto de parliamentary private secretary de la primera ministra Margaret Tatcher —el diputado que debía acompañar a la Dama de Hierro en todo momento dentro la Cámara de los Comunes—. Michael se hizo célebre como líder del sector conservador de la Iglesia de Inglaterra, y promovió a los evangelistas más radicales de los Estados Unidos, como Billy Graham y Charles Colson.
Su hijo James Alison, cuando apenas tenía doce años, se enamoró de un muchachito católico y heterosexual. James encontró una forma de cristianismo distinta a la que había conocido en su casa a través a través de aquel niño. "Asocié su calidez a su catolicismo… Suena extraño, porque la gente piensa que la Iglesia católica es lo más homofóbico que hay, pero si lo contrastas con el mundo evangélico de línea dura, la Iglesia católica es de una flexibilidad y holgura muy grande", me dice.
A los 18 años de edad dio los dos pasos más largos de su vida: se convirtió al catolicismo y salió del clóset. "Con mi papá nunca conseguí reponer las cosas. Se flexibilizó un poquito después de retirarse de la política, pero aquella mentalidad evangélica es bastante inflexible y la inflexibilidad es señal de fragilidad también. No sé qué fue más difícil para él, si hacerme católico o asumirme gay, y le cayeron las dos cosas al mismo tiempo. Él lo consideraba como cierta forma de traición, como si lo hubiera hecho deliberadamente para chingarlo", recuerda ahora el teólogo de la liberación gay.
Estudiante de español e historia en la universidad de Oxford, James Alison se sentía asfixiado en su país. Se inscribió en un programa de intercambio y a los 21 años llegó a México. Durante un año fue asistente de profesor en la Escuela Normal Superior, ubicada en la Ribera de San Cosme, en donde enseñaba inglés a los futuros maestros de lengua extranjera de nivel secundaria. El centro histórico de la Ciudad de México se convirtió en su barrio adoptivo y así conoció a los monjes dominicos del templo de Santo Domingo. 
Alison nunca ocultó su homosexualidad. En 1982, cuando entró al noviciado dominico, Juan Pablo II tenía apenas tres años como pontífice. La ola neoconservadora que imprimió el papa polaco a la Iglesia católica era aún incipiente y con tal de que guardara discreción su preferencia sexoafectiva no se consideraba un problema. James Alison regresó a Oxford a hacer los estudios sacerdotales de filosofía, y después su congregación lo envió a Brasil a estudiar teología, en donde se doctoró. Y aunque lo ordenó sacerdote el obispo de Portsmouth, Inglaterra, Crispian Hollis, regresó a Brasil a estudiar un doctorado y se dedicó a acompañar enfermos de sida, en la época en la que no existían aún antirretrovirales y 80% de los enfermos fallecían, en promedio, cinco meses después de que fueran diagnosticados.

El evangelio en clave gay

Alison ha aplicado el vislumbre girardiano a la interpretación del evangelio, lo que le ha permitido distanciarse de la lectura del Dios que manda a su hijo, el Cristo, al sacrificio para satisfacer su justa ira, una visión dominante en el mundo protestante y en algunos sectores del catolicismo. Para Alison, en cambio, la violencia de la crucifixión aparece como puramente humana.
Al dejarse sacrificar, Jesús exhibe la violencia de los humanos y ofrece su vida como una provocación para que esa misma violencia se supere. Jesús deja de ser el chivo expiatorio —que le daba estabilidad al pueblo de Judea— para convertirse en una denuncia de ese mecanismo de sacrificio del otro. La enseñanza que deja la crucifixión es que cada vez que crucifiquemos a alguien es posible que estemos sacrificando nuevamente a Cristo, dice Alison.
En la teoría girardiana, la existencia del chivo expiatorio impide, además, que se formulen preguntas científicas. Mientras tengamos brujas a quien echarle la culpa del granizo, jamás nos preguntaremos qué provoca que lluevan piedras de hielo. Por ello también Alison hace un llamado a evitar la actitud victimaria.
En su conferencia en la Universidad Iberoamericana del 28 de agosto pasado, Alison calificó a la auto-victimización como "un sentido chatarra". Los que se victimizan basan su reconocimiento en la violencia del otro, dijo. Y convocó por eso a construir un sentido que no dependa de la reactividad, que esté dispuesto a la pérdida de reputación y de la pertenencia. "Únicamente quien no tenga prisa para la sobrevivencia puede darse el lujo de habitar el tiempo de la indiferencia", dijo Alison.
—¿Qué te dice como teólogo el hecho de que Jesús haya incorporado a su grupo a los marginales de la sociedad como a los publicanos (recaudadores de impuestos), prostitutas y leprosos?  —le pregunto en una de nuestras conversaciones.
—Va de manera contraria a cualquier tentativa a crear un grupo de los buenospor contraste con los malos. En ese sentido el evangelio es evidentemente gay-friendly [amigable con los homosexuales]
—Has hablado de ir más allá del resentimiento para construir una teología gay.
—Ha sido mi experiencia personal, como de mucha gente, quedarse resentido y agobiado por actitudes de constante crítica y menosprecio frente al lenguaje hiriente de algunas autoridades eclesiásticas, que hablan de nuestros matrimonios como si fueran entre cucarachas. Una reacción muy común es el resentimiento y una enemistad obsesiva. El gran peligro del resentimiento hace que el obstáculo sustituya el proyecto. Y podemos quedarnos obcecados en el obstáculo y eso termina secando la imaginación. Si uno se deja definir por el mal que te hace, entonces vencen los que te quieren mal. Es dar hospedaje a tus enemigos. A ellos no les molesta pero a ti te hace sufrir. Me parece muy importante superar el resentimiento. 

Esta es parte de la entrevista realizada por EMILIANO RUÍZ

(Es interesante la línea de lectura exegético- hermenéutica del libro UNA FE MÁS ALLÁ DEL RESENTIMIENTO. Apropiarse de los textos Bíblicos y hacerlos parte de uno a veces ayuda a ver más claro a lo que uno está llamado. Esta es la propuesta de Alison en este libro.)
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