“Esta fue la culpa de su hermana Sodoma: ella y sus hijas tenían orgullo, exceso de comida y próspera tranquilidad, pero no ayudaron al pobre y al necesitado”. (Ez 16, 48-49)

domingo, 24 de julio de 2016

Orar más

Primera Lectura: Gn. 18, 20-32
Salmo 138 (137), 1.2a. 2b. 2c. 2d. 2e-3.7c.8
Segunda Lectura: Col. 2, 12-14
Evangelio: Lc. 11, 1-13


¿Cuántas veces negoció Abraham con Dios en la primera lectura de hoy? ¡Fueron seis veces!

Y luego en el Evangelio Jesús nos dice que insistamos hasta que lo que pedimos se nos otorgue. Por que de entre nosotros ninguno le daría a su hijo una piedra si le pide pan, o una víbora si le pide pescado. 

Pues así con Dios. En estos tiempos somos víctimas de una violencia inhumana. Una que trasciende fronteras y que se descontrola cada vez más en el mundo. Los medios de comunicación nos informan de asesinatos múltiples, guerras, hambre, asesinatos aislados. A veces en nuestro ambiente personal nos sentimos asediados por la inseguridad, el peligro, la corrupción de quienes nos gobiernan, hasta por el rechazo de nuestros seres queridos y más cercanos.

Pero todo esto tiene solución. La oración es la solución que elf mundo necesita. ¡El Evangelio de hoy nos alerta sobre que hace falta orar más! Y para no equivocarnos, también nos enseña la forma de hacerlo, que es: Santificando a Dios, pidiéndole lo que necesitamos sabiendo que se nos dará según sea su voluntad, pidiendo perdón por nuestras ofensas porque nosotros perdonamos a quienes nos ofenden (nótese el sentido de reciprocidad) y finalmente, agregaría, agradeciendo todo lo que nos da.

Orar en la mañana, en la tarde, en la noche y ofrecer al Señor cada una de nuestras obras como forma de oración. Pero estas ofrendas deben ser puras, y solo lo conseguiremos si al hacerlas, damos lo mejor de nosotros mismos, ni un poquito menos. Orar, incluso, por aquellos que consideramos nuestros enemigos. Pues ellos también son nuestros hermanos, y Cristo también murió y resucitó por ellos.

La oración, nos dicen, debe ser con fe. Pero también con esperanza y sobre todo con Amor. Ese amor es el que nos debe llevar a actuar, por que las oraciones sin acciones se quedan vacías. Orar por tener un mundo mejor pero presionar para que ese mundo sea posible. ¡La única forma de derrotar al mal es un enérgico progreso en el sentido del bien! Y eso, solo lo podrá lograr la gente que tenga un poquito de bondad en su corazón y desarrollarla a través de sus obras y oraciones.

Oremos pues por todos, en especial, por nuestros hermanos que comparten las lecturas de este blog, pero también por sus autores, para que en la medida de la voluntad de Dios, puedan ser testigos del plan de vida que tiene preparado para cada uno de nosotros, cuyo propósito es la felicidad, y sepamos transmitirlo, siempre.

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