1Rey 3, 5. 7-12
Rom 8, 28-30
Mt 13, 44-52
Desde hace unos Domingos atrás se está hablando del Reino de Dios, que en realidad es Dios mismo reinando con su presencia en este mundo.
Este Dios, es el que se deja encontrar como al verdadero tesoro que, al encontrarlo, nos llena de felicidad y alegría. Éste Dios es, también, el que busca esa perla fina (nosotros) que tanto le ha costado conseguir, echándose al mar (a nuestra misma realidad) y abrazándonos en nuestra propia vida.
Que alegría y que felicidad si dejáramos que Dios obrará como Él quiere. Por ello, a decir de un gran amigo, La palabra de Dios siempre nos va a proponer motivos y razones para acrecentar nuestra inseguridad frente a la vida y frente al seguimiento, de una causa que creemos muy importante para los que nos llamamos cristianos: el Reino.
Las lecturas de hoy, por tanto, son un llamado al cambio de actitudes relativas de nuestras prácticas, muchas veces tan egoístas, a los valores profundos y absolutos que propone Jesús desde la propuesta del proyecto del Reino.
Que diferencia ese reinado de Salomón en comparación al reinado que enseña Jesús con sus palabras, pero sobre todo con su práctica de justicia y de igualdad: El proyecto del «Reino de los cielos» se convierte -así- para muchas personas en una alegre pero exigente sorpresa, que en el caminar normal de la vida se produjo por medio de un encuentro afortunado que impregnó de una gran riqueza la existencia.
Y es una alegre pero exigente sorpresa ya que para el seguidor de Jesús es necesario romper los esquemas de muchas estructuras que deshumanizan.
Al decir de otro gran liturgo conocido, personas éstas que esperan un cambio sin ponerse en búsqueda, ateniéndose muchas veces a su herencia legalista, que no les permite salir a encontrar nuevas posibilidades para su existencia o para la existencia de los demás, se enfrentan en estas parábolas a las personas que han encontrado un sentido que creían perdido para sus vidas y se arriesgan al cambio y a la novedad, poniéndose en marcha en la construcción de proyectos alternativos que construyan hermandad solidaria entre los seres humanos y se comprometen en afianzar, desde la práctica concreta, los valores de vida y justicia que han encontrado.
Esta oferta del Reino que propone Jesús, es una realidad que quiere personas capaces de incorporar los propios valores de la historia y la cultura a las nuevas realidades, siempre impregnadas de justicia, que se puso en marcha a partir del anuncio y la práctica del Reino ... a riesgo de ser excluidos o llamados al orden por falsificar un mensaje que muchos creen suyos propios.
Muchos querrán separar y deshacer ese entramado que la misma red ha alcanzado, sin darse cuenta que sólo le corresponde a Dios juzgar y decidir como corresponde, y al hombre creyente intentar que ese Dios que le ha inundado desde dentro se manifieste en el afuera del quehacer diario.
Muchos querrán separar y deshacer , o mejor dicho, quemar de antemano aquello que le parece malo y legalmente incomprensible a los ojos de un Dios al que verdaderamente no conocen. Tal vez, es por ello, que aun hoy día, una persona como el obispo mexicano Raúl Vera sea atacado y amenazado por dialogar verdaderamente con homosexuales; por defender sus principios y desestimar aquella idea de que el homosexual es pecador por naturaleza ...... o, que es el origen del mal y del SIDA, como hoy me han dicho unas personas en la calle. Que tentado estuve también yo de mandar a estas personas a la hoguera ya que no son ni piensan como yo, ... pero hubiera caído en lo mismo que ellos y no habría aprendido nada.
Dios y su Reinado no aceptan ni siquiera que nosotros, discriminados por muchos, discriminemos y maltratemos a aquellos que realmente tanto ignoran de esa verdad y que tanto nos hieren con sus palabras y acciones ... mucho debemos aprender también nosotros.
El Reino de Dios es gozo y felicidad, pero también muy exigente para el que quiera seguirlo de verdad rompiendo los esquemas de muchas estructuras que deshumanizan. El Reino de Dios está cerca. ¡ Está aquí !. El que quiera oír, que oiga.
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