En muchos ambientes cristianos la Cuaresma es presentada como un espacio para desarrollar la religiosidad popular o como un tiempo triste. Sin embargo, también, podemos descubrir que la Cuaresma es el tiempo de remover nuestras cenizas de esclavitud y recuperar la auténtica libertad ... que nos acerca al Dios del amor y al hermano necesitado. Puede ser para nosotros el tiempo en el que descubramos que “en Dios somos, nos movemos y existimos” (Hech. 17,28) como expresa S. Pablo en el Areópago de Atenas, apoyándose en lo que los filósofos y poetas griegos habían descubierto: si Dios es Dios, estamos en Él como el niño en el regazo de su madre.
Tomemos conciencia en esta Cuaresma de todo lo que nos esclaviza y descubramos el camino que nos permite peregrinar hacia la experiencia renovada de la Pascua, plenitud de la expresión del amor que Dios nos tiene, en Cristo Jesús.
En este camino, tres actitudes deben ir con nosotros:
1.- AMOR A LA VERDAD
Bombardeados de noticias tan dispares en los medios de comunicación, en los coloquios entre amigos…, llegamos a un momento que nos cuesta saber donde se encuentra la verdad. La confusión, las medias verdades, las mentiras revolotean en nuestra mente y en nuestros labios y a veces seguimos con más facilidad a la confusión que a la Verdad hecha Amor.
Este es el momento de liberar un tiempo para acoger la Palabra de Dios y su presencia en el corazón. Hay que buscar ratos, tiempos de oración. También en familia, ¿por qué no? Rezar en familia, poner una vela, un poco de música… No se puede ser cristiano sin oración.
Buscar tiempos para que la verdad de Dios llene nuestras vidas.
2.- AMOR AL HERMANO
¡Qué dolor cuando nos encontramos con hermanos solos, tristes, abatidos por la crisis económica, o rotos por la violencia de género! ¡Qué dolor cuando en nuestra sociedad la “solidaridad” queda como un cartel colgado de la pared o manifestada en declaraciones públicas, pero es un signo vacío de contenido!
Es tiempo de abstenerse de probarlo todo, de satisfacer los sentimientos sin sentido y de vivir la locura sin límites. Necesitamos límites para ser y para que el otro sea. No ponerse límites es atropellarnos y atropellar al otro.
El ayuno y la abstinencia tienen como meta una reconversión personal al evangelio y a los otros. Lo que nos quitamos en tener lo ganamos en ser. Esto es conversión y evangelio.
Debemos buscar momentos y gestos que desde los límites que nos ponemos nos acerquen al hermano.
3.- AMOR A LA IGLESIA
No son tiempos fáciles para los cristianos. “El todo es igual”, “yo hablo directamente con mi dios”…, está haciendo estragos en muchos creyentes. Tomemos conciencia que en la Iglesia recibimos el bautismo y nos hacemos peregrinos hacia la experiencia renovada de la Pascua que nace de la conversión, para vivir la alegría de la comunión de los hijos de Dios.
El Dios bueno aprovecha todas las ocasiones para encontrarse con el ser humano. Nosotros tenemos la oportunidad de ponernos en camino, al igual que hizo S. Pablo en el camino de Damasco, para descubrir con asombro y alegría el sentido profundo de la presencia amorosa de Dios que nos quiere y nos ayuda a vivir en libertad y amor desbordado, aunque haya que pasar por la incomprensión. Que el Señor nos quite las “escamas” de nuestros ojos y veamos las maravillas que puede hacer en cada uno de nosotros, si nos dejamos amar.
Que éste sea un tiempo que nos acerque a la experiencia comunitaria del Señor, a esa Iglesia donde Él se nos manifiesta a diario.
guauuuuu muchas felicidades me encanto conocer este blog de verdad muchas felicidades
ResponderEliminarsaludos desde Guadalajara Mexico