Mucho gusto da ver este tipo de noticias, aunque generan un poco de preocupación por lo que respecta a otro desmembramiento oficial de la Iglesia. De todas formas, sería un hecho realmente cristiano que todos los sacerdotes gay, y no sólo ellos, sino los que se sienten incómodos con el antievangelismo que frecuentemente se da en las esferas vaticanas, se pronunciaran por la justicia social y obligaran al Vaticano a doblegarse ante la voluntad divina. Pero como decía mi abuelo: "soñar no cuesta nada". En cuanto al objetivo de la noticia, espero que los argentinos no duden en acudir a este llamado que a través del padre Alessio hace nuestro Padre Dios.
Los rebeldes de la Iglesia dan pelea
10 (09 en la zona horaria del centro de México) de diciembre de 2010 Juan D'Alessandro en Día a Día
No quieren fundar otra iglesia. Dicen que se trata de “la misma, pero otra”. Aseguran que es la corriente que, desde Jesús, siempre estuvo, pero que ha sido silenciada a la largo de los años por “la jerarquía monárquica” de la institución. Un grupo de sacerdotes cordobeses que se encolumna es esta corriente y fuera de la “órbita del Vaticano” abre el juego y proclama: “Para ser cristiano no hay que pedirle permiso a nadie, ni siquiera a la Iglesia”.
La palabra iglesia proviene del latín ecclesia, tomada del vocablo griego “asamblea”. Iglesia, entonces, significa asamblea, “reunión de personas para discutir y adoptar decisiones”. Y mañana, en la capilla de barrio Altamira, este grupo de curas celebrará una asamblea para decidir cómo van a fortalecer y expandir este espacio pensado para “vivir la fe de otra manera”. Será la quinta asamblea del año para el grupo de sacerdotes Enrique Angelelli y los “curas casados”, pero mañana, por primera vez, se abre a la comunidad.
Religiosos, laicos o ateos. Heterosexuales y homosexuales. Casados y divorciados. Todos. No hace falta ser católico, ni siquiera ser creyente. “Basta con tener la intención de trabajar por la dignidad de los hombres”, dice el padre Nicolás Alessio, vocero espontáneo de este movimiento.
“Nuestra única preocupación es un mundo más humano. Tenemos que estar atentos a los problemas básicos que vivimos hoy: la comida, la vivienda, el trabajo, la salud, la educación, los recursos naturales, la ecología. Sentimos que en esa preocupación somos fieles a Jesús, quien le devolvió la dignidad a los excluidos”, dice Alessio, ex párroco de la capilla de San Cayetano, a quien el arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos Ñáñez, le prohibió en julio pasado celebrar la misa (ver “Sancionado...”).
Según Alessio, el objetivo de esta “asamblea reunida de los discípulos de Jesús” es amar a todos sin discriminar, proteger a los pobres y pensar, acción para la cual, según él, “no hay espacio en esa iglesia Vaticana, sobre todo desde que el Papa es Benedicto XVI”.
La crisis en la Iglesia Católica es innegable. Cada vez son menos los jóvenes con vocaciones sacerdotales y a esto se suman las deserciones de curas. En Córdoba, recientemente, se alejaron de la institución los párrocos de barrio Juniors y de Villa El Libertador, y según Alessio, “la curia está teniendo problemas serios para sostener el esquema de un cura por parroquia”.
También, los fieles. “La mayoría de los cristianos descree de la institución y se aleja de ella. Aunque mantienen algunos ritos culturales, como el bautismo, no obedecen las reglas de Iglesia. Sin embargo, muchos de ellos aún se sienten cristianos y tienen un gran respeto por la figura de Cristo”. A ellos convocan.
Estos curas, que no están “bajo la orden de ningún obispo ni del Vaticano”, buscan darle un marco de contención a los que no comulgan con las opiniones de la jerarquía eclesial. A quienes piensan que los homosexuales no son enfermos, sino personas con una manera diversa de vivir el amor. A los que opinan que el catolicismo no es la única religión verdadera, porque todas son verdaderas. A los católicos que piensan que la mujer también tiene derecho a ejercer el sacerdocio, y que el Papa “tiene que salir de ese centro de poder que es el Vaticano”.
Mañana a las 20.30, en el segundo piso de la capilla de barrio Altamira (Río Paraná 1249), este grupo presentará, entre otras cosas, una propuesta para “armar un proyecto de formación que incluya a los jóvenes”.
La misa, una asamblea.
Mañana a las 20.30, en el segundo piso de la capilla de barrio Altamira (Río Paraná 1249), se celebrará la última reunión del año de este grupo de curas que siguen “a Jesús pero no al Vaticano”. Invitan a participar.
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El padre Alessio, sancionado; Julio Grassi y Von Wernich, no
Por manifestarse a favor del matrimonio gay, la jerarquía de la Iglesia le prohibió a Alessio celebrar misa y administrar los sacramentos. Lo curioso es que la institución no tomó esta medida contra el padre Julio Grassi, encontrado culpable del delito de corrupción de menores; ni contra Christian Von Wernich, condenado por violaciones a los derechos humanos. Pareciera que, para la curia, el delito más grave es pensar distinto. “Con lo que hicieron Grassi y Von Wernich manchan a la institución, pero no resquebrajan la estructura de poder”, opina Alessio, contra quien se inició un juicio canónico.
Con respecto a las actividades de cura, Alessio es firme: “Lo voy a seguir haciendo. Si alguien me pide que lo case, lo voy a hacer. Ya bendije cuatro bodas gay. No está ni permitido, está fuera de ese círculo cerrado que es la institución. Pero es correcto. Me llaman y voy”.
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