Meditación para el Cuarto Domingo Ordinario (1 Cor. 1, 26-31)
Cristo Jesús, "en quien estamos, llegado a ser para nosotros sabiduría de Dios, y justicia, santificación, redendión":
El texto de Pablo nos conduce al interior de la opción cristiana: desde la realidad de nuestra vida, a oscuras, en medio de la injusticia, renegando de los dioses egoístas que nos han propuesto desde las esclavitudes más inverosímiles.
Venimos a la luz de tu Evangelio:
al Amor, origen y esperanza de nuestra existencia,
al Amor, que pone la mesa para todos;
al Amor, que vincula a todos con Él y en Él;
al Amor, que cura de raíz y quita hasta el miedo a la muerte.
La Iglesia de Corinto, los que han aceptado el amor del Padre y tuyo, son mayoritariamente gente sencilla, pobre, trabajadores manuales. A ellos les has entregado, regalado, tu Espíritu, han recibido tu vida como el mejor modo de vivir, han descubierto el sentido fundamental, vienen del amor del Padre, se han percibido como hermanos radicalmente iguales, entre ellos no hay categorías humillantes, tiránicas.
Han descubierto tu vida como "justicia de Dios", tu dedicación a los más débiles, tu denuncia valiente ante los poderes injustos, tu sincera rebeldía ante la práctica religiosa que invita a la resignación, que manipula la voluntad divina, que impone cargas pesadas, no necesarias, que mantiene en la ignorancia y el miedo, que exige obediencia ciega a los dirigente ("guías ciegos").
Han sentido tu Amor gratuito, universal, para siempre, como la santidad misma de Dios que "es Amor", santidad que has vivido tú, santidad que te llevaba a retirarte a solas para escucharla, santidad que recomendabas a los tuyos: "Sean perfectos como el Padre", ama como Dios ama, eso tiene "Gracia", "ámense como yo los he amado".
Tu amor les ha rescatado de una vida sin sentido, del miedo a los poderes de este mundo, del odio y resentimiento a los hacedores de injusticia, de la miseria y del hambre que siembra el desamor, de la inercia y holgazanería de los satisfechos ricos, de la violencia que induce más sufrimiento, del temor a la muerte al saber que tras ella está el Amor sin límites.
Cristo, "sabiduría, justicia, santificación y redención nuestras": Aviva en nuestras comunidades tu Amor, que nos demos cuenta de que "somos en Ti", todos, servidores unos de otros, vivimos en tu Amor. A todos nos regalas el Amor original del único santo Padre. Intímanos su voluntad de vida universal, alimento, salud, cultura, libertad... quítanos el miedo a la fraternidad, a la mesa común, al trabajo por el Reino. Ayúdanos a ser desprendidos, valientes ante el mal y la muerte.
Hola. Seamos valientes frente al mal caminando de la mano de la Virgen María.Gracias
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