Santa Marina (de rojo) llevada al monasterio por su padre. |
Era hija de un rico caballero cristiano llamado Eugenio. Su madre murió cuando era muy joven y fue criada por su padre, que quería separarse y vivir en un monasterio situado en Qannoubine (Líbano), después de haber encontrado un marido para su hija. Cuando la joven supo el plan de su padre, le preguntó que por qué tenía la intención de salvar su propia alma y no la de ella. Su padre no sabía qué hacer con ella por ser una niña. Maria sugirió entonces usar ropa de hombre e ir con él a vivir en el monasterio, y diciendo esto, inmediatamente se cortó el cabello y cambió de ropa. Cuando su padre vio que hablaba en serio, distribuyó su riqueza a los pobres, cambió el nombre de su hijo por el de Marino y se fue a vivir al monasterio, compartiendo una celda con ella.
Después de diez años de oración, ayuno y adoración su padre murió, dejándola sola. Marina aumento su nivel de ascetismo para ocultar el hecho de que era mujer. Todos a su alrededor suponían que la delicadeza de su voz y su aspecto eran debido a sus largos períodos de oración y vida ascética rigurosa.
Un día, el abad la envió con otros tres monjes para atender algunos asuntos del monasterio. Como el viaje era largo, se vieron obligados a pasar la noche en una posada. Por ese entonces, uno de los soldados del rey se alojaba en este lugar y estaba enamorado de la hija del dueño, pecó con la muchacha y le sugirió que le echara la culpa al monje que se alojaba con ellos. Después de unos meses se descubrió que la muchacha estaba embarazada y, según lo acordado, le dijo a su padre que Marino era el culpable. Al oír la historia, el hombre se diridió con furia al abad del monasterio. El abad lo calmó y le dijo que iba a tratar el asunto. Luego llamó a Marino y lo reprendió con severidad. Cuando se enteró de las acusaciones en su contra lloró y pidió perdón, sin negar nada.
Ante el hecho de que no hubo ningún intento de negar la falta cometida, el abad, muy furioso le ordenó abandonar el monasterio, Marino obedeció y se quedó fuera de la puerta de éste como mendigo por un tiempo bastante largo. Cuando la hija de la dueña del hotel dio a luz, tomó al niño y se lo dio a Marina. Ella llevó al niño entre los pastores para que pudieran darle de beber leche y se quedó cuidando del niño fuera del monasterio durante diez años hasta que los monjes le pidieron al abad que le permitiera regresar. El abad accedió finalmente a su reingreso, pero imponiéndole sanciones severas. Marina realizaría trabajos forzados en la cocina, limpieza y transporte de agua a parte de las sanciones impuestas sobre ella. El niño creció y se convirtió en un monje.
Cuando Santa Marina llegó a la edad de cuarenta años, enfermó durante tres días y después esto falleció. El abad ordenó que se le cambiara la ropa y que fuera trasladada a la iglesia para los ritos fúnebres. Al hacerlo, los monjes descubrieron que Marino era mujer y se afligieron mucho. Informaron al abad y también lloró amargamente por lo que le había hecho. Entonces llamó al propietario de la posada y le informó que Marino era en realidad una mujer. fue a donde estaba y al comprobarlo también lloró por el dolor y el sufrimiento que le había hecho llevar injustamente.
Después de las oraciones fúnebres, sus hermanos, los monjes recibieron bendiciones de Marina y uno de ellos que era ciego de un ojo, al tocar a la santa recibió la vista. La leyenda dice que Dios envió a un demonio para atormentar a la hija del posadero y al soldado, su amigo. Así que fueron a la tumba en donde la santa fue enterrada, lugar en el que ambos confesaron su pecado delante de todos y pidieron perdón.
Marina es venerado por la Iglesia maronita y la Iglesia Ortodoxa Copta. Su leyenda se confunde a veces con la de Santa Pelagia, "Pelagia" es una traducción griega del nombre latino Marina.
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