Primera Lectura:Is 66, 18-21
Salmo: Salmo 116
Segunda Lectura: Hb 12, 5-7. 11-13
Evangelio: Lc 13, 22-30
Hoy nos toca recibir las enseñanzas que la Liturgia Católica nos extrae de los textos arriba citados. Es el segundo domingo de este blog y me habría encantado escribir más durantes la semana pasada sobre las virtudes y los cardenales, así que lo haré durante la que sigue.
En la primera lectura, el profeta Isaias da el mensaje el pueblo judío de que desde los rincones más recónditos del mundo llegaran a adorar a Dios en su templo, profecía que hoy vemos cumplida cuando nos enteramos que en los lejanos pueblos de la China o del África ya empiezan a conocer el nombre del Señor, pero todavía faltan muchos territorios y muchos corazones por Evangelizar. Como la Palabra de Dios siempre es actual debemos darnos cuenta que hoy el profeta ya no habla a los judíos de la era pre-cristiana, sino a los cristianos de la Santa Iglesia, y nos dice que así como los cristianos confesos deberíamos llevar a Dios nuestras ofrendas en vasijas limpias, es decir nuestras buenas acciones en un justo corazón, también los mensajeros del Señor llevarán a todos los que decidan aceptar la Palabra del Señor, y de entre ellos escogerá sacerdotes. Sacerdotes que luchen por esparcir por sobre toda la tierra el mensaje de Amor y Verdad de nuestro Señor Jesucristo que es incluyente.
Al principio los judíos no aceptaron, y todavía en nuestros días no aceptan facilmente a otro que no sea de su religión. Y de esa forma nos vemos los católicos cuando no queremos aceptar que la Salvación también está destinada a los integrantes de tal o cual nación, en este caso entendiendo como nación aquel grupo de ideas que parece contradecir las posturas teológicas que vienen del Vaticano, pero que en realidad las complementan y las hacen mucho más integrales. Me refiero precisamente a los integrantes de esa nación ideólogica de la comunidad Lesbico-Gay, Bisexual, Transgénero, Trasvesti, Transexual e Intersexual (LGBTI)
Y es que sólo aceptando que todo viene de Dios y a Él va podremos proclamar la grandeza del amor de Dios y su fidelidad siendo consecuentes con eso, y no hipócritas. Por que quien desprecia a tal o cual persona por sus preferencias sexuales, género, sexo, religión, raza, nacionalidad, nivel socio-económico o cultural y además habla en su contra tratando de desprestigiarlo y se dice católico, no puede menos que ser llamado hipócrita, porque no está siendo consecuente con la Buena Nueva.
En la segunda lectura San Pedro nos recuerda que toda corrección que viene de Dios es justa y necesaria. El estilo de vida que nos ha dado Dios como personas no heterosexuales definitivamente está lleno de caminos que nos van a hacer las cosas más fáciles o más difíciles según las escojamos y algunas veces vamos a caer desfalleciendo a la mitad de nuestra jornada. Lo que necesariamente requiere una corrección, que nos va a llegar en cualquier momento y de la manera menos pensada, a través de algo que nos pase a lo largo del día, de algún amigo, de nuestros padres o de nuestros sacerdotes, por poner algún ejemplo. Pues como nunca nadie sabe para quién trabaja, mejor es agradecer la corrección y aceptarla con alegría, aunque de momento no nos haya caído tan bien y hasta sintamos que odiamos a quien o a lo que nos corrigió.
Pero este pasaje de la segunda lectura parece estar fuera de lugar. Sin embargo no lo está, ya que nos viene a confirmar en el Evangelio su razón de estar ahí. Cristo mismo nos dice que es muy difícil alcanzar la Salvación, ¿Recuerdan que debemos estar siempre atentos para que no nos sorprenda el dueño de la casa sin hacer nada? Como dije anteriormente, la vida homosexual puede estar llena de muchas tentaciones. Ejercer las relaciones sexo-genitales sin ningún tipo de responsabilidad ni protección puede acarrear consecuencias, que en nuestra vida son las correcciones de las que nos habla San Pedro, y son por ejemplo las enfermedades de transmisión sexual.
Y aquí es donde difiero de la postura oficial, pues aunque Dios nos solicita un uso muy responsable de nuestra sexualidad, la mayoría (y sin generalizar) de los homosexuales entregamos nuestros cuerpos frecuentemente a casi cualquier otro u otra. Nuestra dignidad es lo más importante, si no lo vamos a poder dejar de hacer, al menos les pido que cuando lo hagan usen protección, siempre, y que si pueden lograrlo, se reserven para hacerlo únicamente con la persona que decidan que será su compañero o compañera para toda la vida.
Pero volviendo al Evangelio de San Lucas, he de decir que Cristo también se refería a los obispos que irresponsablemente gobernarían más adelante su Iglesia al decir "yo les aseguro que no sé quiénes son ustedes. Apártense de mí todos ustedes los que hacen el mal". Y se refería a ellos, entre otras personas que aparentan ser piadosas, precisamente porque promovieron el odio en vez de ser mensajeros del Amor de Cristo, que si incluye, como ya vimos desde la primera lectura, a todas las personas de todas las naciones con todo y sus minorías sexuales.
¡Qué Dios los bendiga!
No hay comentarios:
Publicar un comentario