“Esta fue la culpa de su hermana Sodoma: ella y sus hijas tenían orgullo, exceso de comida y próspera tranquilidad, pero no ayudaron al pobre y al necesitado”. (Ez 16, 48-49)

domingo, 14 de agosto de 2011

Domingo 20º del tiempo ordinario

Is 56,1.6-7
Salmo responsorial 66
Rom 11,13-15.29-32
Mt 15,21-28

San Maximiliano Kolbe (un gran hombre -patrono de los comunicadores- que supo ofrecer su vida por la verdad, y que , en Auschwitz , diciendo nuevamente que sí a la verdad, ofreció su vida mortal a cambio de la de Franciszek Gajowniczek, un soldado polaco).

El comienzo de la Iglesia estuvo marcado por el discernimiento, en el concilio de Jerusalén, sobre esta cuestión: ¿Debían limitarse a Israel o era necesario salir a los gentiles?

De hecho, años antes, Jesús comienza su misión en la región de Galilea, fuera de Judea, que era el "reducto" de los elegidos: Un factor decisivo para ver clara esa decisión no fue sólo el proceso de un descubrimiento teórico o una profundización en el mensaje de Jesús, sino la misma cerrazón de los judíos al mensaje fue la que lanzó a los primeros cristianos fuera de sus fronteras y así comenzaron a predicar el Evangelio, lo que sirvió para testimoniar que los gentiles también son herederos de las promesas de Dios.

"Los extranjeros se han dado al Señor para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus servidores, guardan el sábado sin profanarlo y perseveran en mi alianza" -dice el Señor-. Lo decisivo no es el origen, sino la respuesta a la invitación de Dios.

Vemos así que se pone de manifiesto que si gentiles y judíos no responden a Dios como corresponde, "Dios encerró a todos en la desobediencia para tener misericordia de todos". Con lo que se resalta que la salvación viene de Dios, de su misericordia...

El texto del evangelio es una alabanza de la fe de una mujer extranjera, que se acerca a Jesús a pedirle un milagro para su hija. Hay que destacar que esta mujer no pide para sí misma, sino para su hija. El amor nos hace estar pendientes de las necesidades de los demás, más incluso que de las propias.

Una enseñanza de las lecturas de este domingo podría ser que en nuestra fe lo decisivo no es el origen de cada uno (haber nacido en un país y en una familia católica), sino la apertura personal (la opción personal) que cada uno hace por Dios en su vida.

Aunque la misma tentación de exclusividad y cerrazón que tuvieron los primeros judeo-cristianos, la podemos tener nosotros hoy en día. Por eso el evangelio nos sigue avisando: Jesús es capaz de encontrar una gran fe en aquella persona que nadie sospecharía.

Los textos buscan mostrar cómo en los paganos de entonces se podían desarrollar también actitudes de profunda humildad, de respeto y de fe, y así nos invita también a nosotros a conocer mejor las maravillas que Dios hace en los corazones humanos que a veces "no están" , según dicen los textos exegéticos, en el camino que la Iglesia propone. Dios trabaja secretamente en todas partes, “por caminos que sólo él conoce” (Gaudium et Spes 22).

Benedicto XVI va a Madrid en la XXVI JMJ a recordarnos que estamos arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe. No lo debemos olvidar, en especial, los pueblos de occidente.
Gracias Pedro Crespo Arias por tus pinceladas exegéticas de "Mujer, que grande es tu fe".

Gracias por las ideas que me has dado de sustituir a la mujer cananea y poner en su lugar a todas las personas homosexuales que de una u otra manera (por muchos, aunque no por todos, gracias a Dios) somos excluidas en muchos casos de esas palabras que El Maestro Galileo tiene para nosotras.

Si Jesús tuvo ese gesto tan impactante con esa "extranjera" que sólo dio la fe que tenía en lo más profundo de su corazón, también nosotros, homosexuales creyentes, homosexuales católicos, te decimos que a pesar de todo sabemos que El Señor nos bendice, hace brillar su rostro sobre nosotros, para que en la tierra se reconozca su dominio, y su victoria entre las naciones... a pesar de que haya algunas personas que no lo ven tan claro.

Benedicto XVI va a Madrid en la XXVI JMJ a recordarnos que estamos arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe. No lo debemos olvidar, en especial, los pueblos de occidente; en especial: nosotros.

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