Hoy compartimos una entrada que reproduce un escrito de el principal activista por el reconocimiento de los derechos de la comunidad LGBT en Brasil, Luiz Moot, el cual se contextualiza como respuesta al escándalo que armó la jerarquía brasileña por que en el Parlamento se discutía la ley de matrimonio homosexual y la Union Civil. Nos llega de manos de nuestro hermano Víctor Eremita en el blog Católico Libre. Deseo agradecer su valentía cristiana para enfrentar la opinión de algunos buenos católicos que por serlo creen que pueden eregirse como jueces y ver la paja en el ojo ajeno sin notar la viga en el propio. Qué Dios te bendiga hermano.
Jesús, que no le arrojó piedras a la mujer adúltera, que le garantizó la entrada al Reino de los Cielos a los publicanos y a las meretrices, que no se negó a curar al esclavo/amante del centurión romano, y que afirmó que «hay eunucos/gays que así nacieron del seno de su madre», este mismo Jesús, en el caso de que estuviese entre nosotros, en este tercer milenio de su nacimiento, ¿de qué lado estaría?
¿Del lado de algunos obispos brasileños que declararon: «los gays son gente por la mitad, si puede decirse que son gente», o «el homosexualismo es una aberración, una inmoralidad comparable a la cleptomanía»? ¿Del lado de aquellos que escribieron cartas a los parlamentares para que no aprobasen el proyecto de unión civil entre homosexuales? ¿O estaría Jesús del lado de los gays, la minoría social más discriminada del mundo, pues hasta en sus propios hogares son víctimas de represión y violencia, y cuyo único pecado es amar a su semejante?
Los dueños del poder eclesiástico se olvidan de las enseñanzas del «discípulo que Jesús amaba» cuando afirmaba: «Dios es amor y donde hay amor, Dios está ahí».
Como ex-profeso de la Orden Dominicana, estudioso de la Santa Inquisición y líder del Movimiento Homosexual Brasileño, he proclamado durante estas dos décadas de sacerdocio en defensa de los derechos humanos de las minorías sexuales: Para mí, la homosexualidad fue una bendición divina, una gracia la cual no me arrepiento ni siquiera por un minuto, de haber tenido el coraje de asumir y defender.
Denuncio que la cruel discriminación de la jerarquía católica contra los homosexuales es actualmente el más grave pecado de los cristianos contra el Espíritu Santo, pues negándose a entender los señales que el Paráclito envía, además del pecado antiguo de haber quemado en la hoguera a los «sodomitas», al defender hoy que la homosexualidad es «intrínsecamente mala», el Papa y sus obispos legitiman el prejuicio y la discriminación anti-homosexual. Ellos están dándoles las espaldas a la historia, a la ciencia y a los derechos humanos, que garantizan la normalidad, naturalidad, moralidad y altruismo del amor entre personas del mismo sexo. La Iglesia tiene las manos manchadas de sangre, cada vez que un homosexual es asesinado.
Urge que la jerarquía católica abra su corazón también a los gays, lésbicas y transgéneros, como hizo con los pérfidos judíos, herejes protestantes, científicos evolucionistas, negros e indios paganos.
Los homosexuales también son Hijos de Dios y templos del Espíritu Santo.
Luiz Mott*
* Titular del Departamento de Antropología de la Universidad Federal de Bahía. Miembro de la Comisión Nacional de Sida del Ministerio de la Salud. Miembro de la Comisión de los Derechos Humanos de la Asociación Brasileña de Antropología. Presidente del Grupo Gay de Bahia. Secretario de Asuntos Académicos de la Asociación Brasileña de Gays, Lésbicas y Travestis. Miembro del Directorio de la «International Lesbian & Gay Human Rights Comission, S.F. USA “Per Scientiam ad Justitiam».
Hola. Hay muchas formas de analizar ciertas declaraciones, si algunos obispos conocen algunos gays determinados y por ellos generalizan, sucede lo mismo que hace el articulista, generaliza y golpea a la Iglesia con igual crudeza. Respondamos con el Amor. Gracias.
ResponderEliminarHola Arturo.
ResponderEliminar¡Feliz 2011!