"Por eso pónganse la armadura de Dios, para que en el día malo puedan resistir y mantenerse en la fila, valiéndose de todas sus armas. Tomen la verdad como cinturón, la justicia como coraza, y, como calzado, el celo por propagar el Evangelio de la paz. Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, y así podrán atajar las flechas incendiarias del demonio. Por último, usen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, o sea, la palabra de Dios. Vivan orando y suplicando. Oren en todo tiempo según les inspire el Espíritu. Velen en común y prosigan sus oraciones sin desanimarse nunca, intercediendo a favor de todos los hermanos". (Efesios 6, 13-18)
Desde hace muchos millones de años, antes de que se empezara a contar el tiempo como lo conocemos, antes de la épica batalla entre los ángeles de San Miguel y los demonios de Satanás, antes de la aparición de Adán y Eva en el paraíso terrenal y tan sólo después de que de Dios Padre viniera el Hijo y de ellos el Espíritu Santo, nuestro Señor ya había pensado, con toda su magnanimidad, crear un ser único e irrepetible y darle el don de la vida para que la disfrute al máximo.
Hoy, casi dos mil años después de que su Hijo vino a salvarnos del pecado y resucitó de entre los muertos por la voluntad divina, ese ser finalmente recibió el don de la vida, y para ayudarlo a preservarla le dio un cuerpo muy bien equipado con un par de ojos y otro de oídos, una boca, músculos que se pueden mover, un corazón que bombea más de dos millones de litros de sangre cada año, sangre que es renovada en dos millones de células cada segundo, una piel sensible, un par de pulmones con 600 mil alveólos para filtrar el aire y recibir oxígeno puro, una mente capaz de pensar por sí misma y además, le añadió un toque especial, le dio la capacidad de amar a su prójimo pero muy especialmente a las personas de su mismo sexo, lo hizo homosexual.
Sin embargo, Dios mismo debió imaginarse que con tantos regalos, esa creatura que seguramente eres tú, desaprovecharía el regalo de la vida, la inteligencia y la capacidad de amar que le daba, así que también decidió ponerle algunas pruebas, las cuales tendría que ejecutar ante sí mismo y no ante nadie más, para confrontarse y fortalecerse. Por eso mismo decidió que cada persona tendría formas de pensar, actuar y sentir diferente.
Y es precisamente de ahí de donde vienen personas como los homófobos que te pueden molestar tantas veces en la escuela, en el trabajo, en la familia, en el barrio, en la iglesia, en el café o en cualquier otro lugar. Ellos pueden ser tus hermanos, tus compañeros de clase, tus papás, tu párroco o tu confesor, el obispo de tu diócesis o el mismo Papa. Y el único motivo que tendrán para molestarte es que eres gay, lesbiana o bisexual, en resumen, lo hacen porque no eres heterosexual y eso les da miedo. Pero el miedo es de ellos. Así que cada vez que te sientas burlado, insultado o agredido por un homófobo levanta tus ojos al cielo y di: "perdónales Padre, porque no saben lo que hacen".
Y queda seguro que el tiempo pasará y todo mejorará. Cada ataque te hará más fuerte. Pero por favor, nunca olvides decir lo siento y te amo, porque por las leyes del amor y del perdón tus enemigos se convertirán en tus amigos y los que te perseguían se volverán tus aliados. Sólo hay que darle tiempo al tiempo. Cuando alguien te diga que tu condición homosexual es intrínsecamente desordenada o que tu homosexualidad puede ser curada, no importa quien sea, no les hagas caso. Recuera que eres así porque el Espíritu Santo así lo ha querido y tiene un propósito muy especial para ello. Así que no te mortifiques, ser gay no es algo que tenga que o que se pueda curar.
Dios te ama más de lo que te puedes imaginar, y te ama tal y como eres porque eres su creación. Por eso mismo no vale la pena arrebatarte ese regalo que Él te da. Sólo cuando Él lo decida volverás a su presencia y entonces le podrás enseñar con alegría lo mucho que creciste y cuánto aprovechaste lo que te dio.
Hoy 20 de octubre, el blog "católico y gay" se une a la comunidad LGBT mundial en apoyo a las familias de todas las víctimas de la homofobia al rededor del mundo. Aquellos que han sido asesinados o se han suicidado. Por eso hoy vestimos de morado el blog, éste es el color que en la bandera del arco iris representa la espiritualidad y la inocencia de todas esas personas que han caído presas de un homófobo. Instamos a que sigamos el consejo de San Pablo que en Efesios 5, 11-13 nos dice "y no tomen parte en las obras estériles de las tinieblas; al contrario, denúncienlas. Es cierto que da vergüenza incluso decir lo que esa gente hace a escondidas, pero, en cuanto es denunciado por la luz, todo se aclara. Más aún, lo que fue aclarado llega a ser luz."
Así que no nos cansemos de denunciar la homofobia que es antinatural porque es causa de asesinatos y suicidios. Y tampoco nos cansemos de pedir perdón a Dios por los homófobos y decirles, aunque sea mentalmente que los amamos por cuanto con sus ataques nos hacen más fuertes y capaces de comprender el sentido de la vida. Recordemos que hay que combatir el error, no a quien lo comete. Pero sobre todo, sigamos levantando este grito que pide justicia al Señor y que la sociedad e incluso la Iglesia, sigan su camino de conversión hacia el ejemplo de Cristo Jesús que fue siempre incluyente y nunca discriminó (y quien opine lo contrario que lo demuestre).
Oremos también por las almas de los que ya no están entre nosotros: "Que el Señor les dé el descanso eterno y que la Luz Perpetua luzca para ellos. Descansen en paz. Amén."
muy bien Arturo.Cada día estoy mas admirado de lo bien que razonas y sobre todo de tu FÉ. Eso es de admirar. Aunque no crea mucho en las iglesias, pero sí en gente como tú.Un abrazo y sigue así.
ResponderEliminarP:D: Antonio María te envía saludos.