Si hay una cosa que personalmente puede agradecer al ejemplo de San Francisco, es que a pesar de todo el malestar que he sentido dentro de la Iglesia, mi amor por Cristo y por ella no ha sido desilusionado y he emprendido, al igual que muchos otros obispos, presbíteros, diáconos, teólogos, laícos o monjas, una lucha por la reforma de la Iglesia, desde su interior. Esto no es contra el Papa ni sin él, sino con él. Incluso en los momentos que estuve a punto de realizar mi cambio a otros sectores de la iglesia cristiana, el ejemplo del Poverello barrió con mi espíritu y me mantuvo firme en mi fe original.
Les comparto este video de la película "Hermano Sol, Hermana Luna", el cual me dejó petrificado la primera vez que la vi cuando tenía al rededor de 16 años y ahora que soy un poco más grande me sigue emocionando. Que Dios bendiga a los Monjes Menores en sus tres órdenes y que sigan siendo ejemplo fiel de la vida de Cristo en el mundo.
Nació el año de 1182 en Asís. Fue hijo de Pedro Bernardone y de Mona Pica. Hasta los 24 años llevó una vida muy disipada. Un día cayó enfermo y decidió cambiar, pero pronto lo olvidó. Por designios eternos, a San Francisco le cupo la dicha de iniciar la reforma de la Iglesia.
Entró un día en la Iglesia de San Damián, y oyó la voz de Cristo a través de un crucifijo, diciéndole: "Francisco, repara mi Iglesia, que, como ves, amenaza ruina". El creía que se trataba de aquella Iglesia material y casi derruida y él se dispuso de inmediato a la tarea. Pero no era esa tarea la que Él le encomendaba, sino otra más difícil y mejor, de gran trascendencia: reparar la Iglesia Espiritual de Cristo que en aquel tiempo amenazaba ruina. ¿Cómo lo hizo? Con humildad y oración. A partir de aquel entonces Francisco ya no sería el mismo.
Su padre, al ver su cambio, lo recoge y lo encierra en casa. Francisco tira por la ventana los paños de su padre, que lo arrastra ante el Obispo para castigarle. Y Francisco dice: "en adelante sólo diré, `Padre Nuestro que estás en los Cielos’, no ’padre bernardone’, pues le devuelvo dinero y vestidos". Y se marchó.
Su vocación se le aclaró en la fiesta de San Matías. Al oír en el Evangelio que los servidores de Cristo no debían poseer oro ni plata, ni alforja, ni calzado ni dos túnicas, exclamó: "esto es lo que yo buscaba y lo que quiero cumplir". Y se decidió a seguir en todo al pie de la letra el Evangelio y los pasos de Nuestro Señor. Le siguieron discípulos y una noble doncella, Clara.
Este fue el mensaje de Francisco: reproducir en todo la vida de Jesús, vivir su pobreza, imitar sus pasos y doctrinas. "el mismo dios me Reveló, -dice su Testamento- que debía vivir según la norma del santo Evangelio". Según las "Florecillas", Cristo quiso renovar su Vida y Pasión en Francisco. El eligió doce compañeros como Jesús, y al morir mandó traer unos panes, los bendijo y repartió.
Comenzó en Greccio la devoción del "Pesebre". En 1224 un ángel seráfico le imprime con indescriptible hermosura las cinco llagas de las manos, pies y del costado de Cristo, viviendo sus últimos años una vida realmente crucificada. Tuvo gran amor a la Virgen, amor que extendió a todos los hombres. Mimaba a los enfermos y besaba a los leprosos. Ampliaba también el amor a los animales y les hablaba con cariño. Vivía y recomendaba la oración prolongada, la obediencia, la hospitalidad, la alegría -¡la perfecta alegría!-, la humildad, hasta el punto de no querer pasar de diácono.
Era enemigo de discutir y le rogaba a Dios: "¡SEÑOR, HAZME INSTRUMENTO DE TU PAZ!" Amaba sobre todo a la santísima pobreza, la Dama Pobreza, tanto que pidió al Papa en Roma les concediera ese género de vida.
Casi ciego ya por la mucha penitencia y continuó llorar, vio que le llegaba la muerte. "sea bienvenida mi hermana la muerte", exclamó. Murió en la Porciúncula, el 4 de octubre de 1226, a los 44 años de edad. Fue canonizado dos años después en Asís por Gregorio IX. Dos años más tarde fueron trasladados sus restos a su Basílica, tan hermosamente decorada por los frescos de Giotto.
¡Paz y Bien Arturo! Tienes mucha razón (en el franciscanismo actual es un hecho que no debate)Francisco no abandonó nunca la comunidad eclesial, antes bien, la critica (en palabras y obras) que hizo fue desde dentro para así inaugurar caminos diversos alimentados por la lógica oblativa que ejerce una projimidad sin discriminaciones.
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