Primera Lectura: Rm. 8, 28-30
Salmo: Salmo 12
Evangelio: Mt. 1, 18-23
En un día como hoy de hace más o menos 2040 años en un lugar enclavado en la nación israelita, ya bajo el dominio romano, una mujer llamada Ana, esposa de Joaquín, dio a luz a una jovencita, que en ese momento no sabían que habría de ser unos años adelante, la Madre del Salvador de la humanidad.
Esa mujer es ahora la Santísima Virgen María, la primera evangelizadora del mundo, la que en su corazón sin mancha guardó siete dolores, siendo el más grande de estos ver morir a su Hijo torturado y clavado en una Cruz. Ella le enseñó sus primeros pasos al que es el Camino, sus primeras palabras al que nos trajo la Palabra. ¡Qué momento más grande que aquel cuando ella dice "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según su palabra", pero lo dice por su libre voluntad y en pleno uso de sus facultades. Ella que es la Madre Virgen.
En su vida todo transcurrió según los designios del Señor, pero nunca le fueron impuestos. ¿Y qué pasa cuando a una mujer de nuestro tiempo se le impone algo, una carga difícil de llevar porque nunca se le consultó al respecto? Si sabemos que en todas la mujeres hay un reflejo de María, así como en todos hay un reflejo de Jesús, ¿por qué no hemos sabido respetar a las mujeres cómo ellas se merecen?
Quiero hablar aquí de un punto tan controversial dentro de la Iglesia como el matrimonio gay y que sólo corresponde a las mujeres, así que espero que no vaya a quedar demasiado corto por ser yo varón. Este tema es el aborto.
Ya todos sabemos que el aborto es un pecado gravísimo cuando no sucede por causas naturales. Sabemos que el cristianismo, al igual que todas las religiones monoteístas lo condenan como asesinato, puesto que consideramos que la vida empieza en el momento mismo de la concepción. ¿Pero y si no? Por ahora dejemos que la Iglesia lo siga considerando pecado, pues siempre estará abierta la opción del arrepentimiento, la contrición, la confesión, la absolución y el perdón de los pecados.
¿Pero qué pasa cuando es el Estado el que lo considera mal? Las leyes temporales no pueden proclamar como pecado alguna acción, y por tanto no lo pueden perdonar en el Nombre de Dios, como lo hacen nuestros Sacerdotes, sino que únicamente lo tipifican como delito y su labor es castigarlo según sus propias prevenciones. En la mayoría de países occidentales el aborto es un delito. Muy probablemente no nos hemos dado cuenta, pero al hacer esto, en vez de impedir un asesinato permitimos dos.
Por eso me pronuncio a favor de una ley que permita el aborto en los países laicos. Porque no todas las mujeres son católicas, porque se pone en riesgo su vida al estar normalmente en condiciones insalubres. El hecho de que no sea legal no significa que no se practique. Una vez más considero exceso el hecho de que la Iglesia pretenda imponer su voluntad sobre las leyes de los países.
Y es que si el aborto se hace legal, la Iglesia va a tener más trabajo que realizar. Aunque me pronuncio a favor de la legalización del aborto por las razones ya explicadas, personalmente estoy en contra de él. Nunca he conocido un caso de una mujer que haya quedado embarazada fuera del matrimonio y sin planearlo, pero si se diera el caso y ella deseara abortar lo primero que haría sería tratar de disuadirla por las razones teológicas y morales que conocemos, pero si no me hace caso y decide hacerlo esa sería su decisión. El aborto es una decisión únicamente femenina.
Y finalmente, si mi labor de persuasión no resultó victoriosa, desearía que la mujer cometa su aborto provocado en las mejores condiciones para proteger su vida y su salud, aun cuando esté en contra de semejante acto. La libertad de conciencia es uno de los bienes católicos más preciados.
Ojalá que no existieran violaciones, ojalá que las mujeres tuvieran más control sobre su cuerpo y no quedaran embarazadas sin desearlo, ojalá que como a la Virgen María siempre se las consultara antes de proceder. Y así, como ella nunca perdió su virgnidad, las mujeres de hoy nunca perdieran su felicidad. ¡Qué mundo sería este si nos respetaramos unos a otros! Pero no es así, así que actuemos en consecuencia y roguemos a la virgen, cuya natividad hoy festejamos, para que nos de la Luz de su Hijo una vez más y sepamos decidir apropiadamente sobre temas tan importantes.
Tu blog me patece interesante, algunas cosas no estoy deacuero pero seguiré tus reflexiones. No se puede comparar matrimonio hetero con el gay. Este ultimo se deberia denominar con otra palabra y crearia menos conflictos.
ResponderEliminarPOR QUE CON OTRA PALABRA DISTINTA AL DE MATRIMONIO?. SI ASÍ FUESE SIEMPRE SERIAMOS DISTINTOS ANTE LOS OJOS DE LOS DEMÁS. DE ESTA FORMA TODO SE VERÁ MAS NORMALIZADO.POR QUE ME TENGO YO QUE DISTINGUIR DE LOS DEMAS CON OTRA PALABRA. ESTOY CASADO CON MI COMPAÑERO DESDE EL 2OO5 Y DESDE LUEGO ESTOY MUY BIEN COMO ESTOY, NO QUIERO QUE EL NOMBRE SE CAMBIE. LA GENTE YA SE ACOSTUMBRÓ Y SIN TANTA POLÉMICA.¿DE QUE CONFLICTOS HABLAS?.
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