“Esta fue la culpa de su hermana Sodoma: ella y sus hijas tenían orgullo, exceso de comida y próspera tranquilidad, pero no ayudaron al pobre y al necesitado”. (Ez 16, 48-49)

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Teología católica de la homosexualidad I

Hace casi un mes decidí empezar con este blog para recopilar y compartir material católico para homosexuales. Estoy seguro que no todo es homofobia al interior de la Iglesia, sólo creo que como ni la ciencia ni la fe han sabido explicar concretamente lo que es nuestra condición de hombres amando a otros hombres o mujeres amando a otras mujeres la mayoría de los sacerdotes, obíspos, teólogos y seglares al ser tan humanos como los demás sienten miedo por lo que no conocen y entonces empiezan los ataques que nos injurían y que sin darse cuenta también atentan contra la palabra del Dios que predican.

En el poco tiempo que llevo leyendo e investigando sobre esto me he encontrado cada vez más con más y más fuentes católicas romanas que avalan la homosexualidad y, como a los homófobos les gusta llamarlo, al homosexualismo, y lo legitiman desde la perspectiva de la Biblia y la Tradición. Voy a compartirles en las próximas entradas la biografía de tres teólogos católicos y abiertamente gays que han estudiado la Biblia desde una perspectiva gay y han encontrado noticias que podrían perturbar al mismo Papa en San Pedro.

El primero de ellos es James Alison, de quien ya tengo citada en este blog su carta a un joven católico gay. Esta es su biografía:

Teólogo inglés, convertido al catolicismo. Ha sido dominico, es presbítero. Ha venido realizando una intensa labor de catequesis y presencia cristiana en Inglaterra y América del Sur (Brasil, Chile) y entiende su tarea intelectual como un intento de elaborar, desde el evangelio y al interior de la iglesia, un tipo de teología que esté abierta a los diversos tipos de amor (entre ellos el amor gay), a la luz de la experiencia liberadora y gozosa de Cristo.Su primera obra traducida al castellano fue Conocer a Jesús. Cristología de la no-violencia (Salamanca 1994), y en ella desarrollaba una visión no-sacrificial de la religión, apoyada en R. Girard. Después ha publicado El retorno de Abel. Las huellas de la imaginación escatológica (Barcelona 1999), insistiendo en el mismo argumento, pero fijándose sobre todo en la experiencia pascual y en la superación de diversos tipos de imposición sacrificial, sobre todo aquella que se ejerce sobre personas que tienen orientaciones afectivas y sexuales distintas de las oficialmente establecidas. Ese argumento está en el centro de Una fe más allá del resentimiento. Fragmentos católicos en clave gay (Barcelona 2003). Alison ha desarrollado así una teología desestabilizadora para el orden oficial de la iglesia católica (más reservada ante el amor-gay), pero tranquilizadora para millones de personas.

La teología de Alison puede resultar desestabilizadora porque ha ido desmontando, desde el evangelio, los supuestos y bases culturales de un sistema de opresión, sobre el que se edifica una teología que pretende ser 'natural' (ser fiel a la naturaleza), pero que termina acusando a los gays de algún tipo de malformación o defecto (físico, psicológico o religioso). En contra de eso, Alison considera a los gays y lesbianas como personas normales y especiales, en un mundo donde todos somos especiales y distintos, debiendo trazar nuestra identidad desde la diferencia personal. A fin de poner de relieve la dignidad y el valor personal de los gays, Alison ha estudiado el tema de otros colectivos que han sido marginados a lo largo de la historia cristiana, desde la perspectiva de algunos textos muy significativos de la Biblia: el ciego de nacimiento de Jn 9, Jonás en Nínive, las 'diferencias' de Ezequiel, las polémicas de Jesús en Jn 8, etc. Este ejercicio teológico le sirve para superar las bases de un cristianismo y de una iglesia edificada sobre estructuras clasistas, impositivas y moralistas, situándose en el lugar donde el evangelio vincula a todos los hombres y mujeres ante la gracia creadora de Dios.

La obra de Alison es, al mismo tiempo, muy tranquilizadora, porque intenta y consigue superar el nivel del resentimiento y el desquite, es decir, del juicio y la revancha en que se sitúa una parte considerable de la tradición eclesiástica. No echa la culpa a otros, no se limita a invertir la situación, condenando a los antes condenadores y absolviendo a los antes culpables. Al contrario, ella ofrece para todos, gays y héteros, hombres y mujeres, clérigos y laicos, unos espacios de fraternidad abierta, desde los últimos de este mundo, en línea eucarística. En este contexto, ella puede presentarse como expresión de una experiencia ecuménica en el amplio sentido de la palabra, ella aparece como un testimonio de la dignidad personal de los gays y como una protesta contra todo tipo de discriminación sexual, matrimonial o ministerial que se establece en contra de ellos, desde el valor radical de la persona. De todas formas, a pesar de su importancia, el conjunto de la obra de J. Alison deja abiertos algunos temas significativos, que deben seguir estudiándose en la línea que él ha iniciado, a partir del Evangelio de Jesús, leído con la ayuda del pensamiento no-sacrificial de R. Girard. Hay que estudiar mejor el sentido de la paternidad-maternidad en perspectiva no patriarcal, para expresar así el don de la vida.

La recuperación cristiana del amor gay puede y debe de ayudarnos a entender otras formas de amor, incluso heterosexual, desde la perspectiva del nacimiento y educación de los hijos. También es importante vincular el amor gay con la experiencia del enamoramiento místico, en la línea desarrollada, por ejemplo, por San Juan de la Cruz. En el momento actual de la Iglesia católica debe relacionarse el amor gay con los ministerios eclesiales. Alison no ha planteado de manera expresa el tema, aunque ese tema ha sido uno de los que ha marcado con más fuerza su vida en los últimos años (y la vida de la Iglesia). En el fondo de Alison hay una opción preferencial por los diversos tipos de “pobres”, pero él no ha explicitado todavía esa opción en un modo ecuménico, en diálogo con otras culturas y religiones; quizá la defensa del amor gay puede ser un camino de comunión y ecumenismo que se debe explorar en el futuro.

Otras obras: On Being Liked (London 2004); Undergoing God: Dispatches from the Scene of a Break-In (London 2006); Stricken by God? Nonviolent Identification and the Victory of Christ (edición de B. Jersak y M. Hardin, London 2007).

2 comentarios:

  1. Buen trabajo el que estás haciendo, ánimo y un abrazo.

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  2. Hola amigos, me resulta interesante este esfuerzo por ahondar en el debate de la homosexualidad dentro del cristianismo, más aun, dentro de la Iglesia católica, debate que aun continúa abierto por lo que se echa de ver que exige profundas consideraciones que vayan de la teología hacia todas las vertientes cuyo alcance implica tal fenómeno. Considero que todo cristiano por el hecho de serlo, está comprometido con esta reflexión que exige una actitud de apertura y humildad; de apertura en cuento que requiere un conocimiento amplio de la realidad que se ve transformada; y de humildad, en cuanto que se busca escuchar la Espíritu, el cual nos dirige en un sabio diálogo, siempre bajo la ley del amor y no sólo bajo las costumbres y éticas sexuales que materializan el cuerpo, abaratando su valor.
    Soy teólogo dominico y justo me encuentro trabajando en diversas investigaciones sobre el tema, me agrada saber que no soy el único y que hay personas que observan la condición de ser homosexuales atendiendo a su propia participación como hombres religiosos dentro de una Iglesia que parece dar paso, pero muy despacio. No hay duda que nuestra querida Iglesia es como los elefantes, da pasos firmes, pero muy despacio.

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